"Fue la final perfecta. ¡Qué bueno que empata Francia!, por que nos regaló una final espectacular y porque evita todas estas críticas absurdas que decían que la final estaba arregalada para que Argentina la ganara. Nos demuestra este partido que el futbol es más de filias o de fobias que realmente de entender y analizar el futbol. Pero está bien, el futbol es así, es de simplemente disfrutarlo, como comerte un dulce sin saber qué ingredientes tiene." (Luis Tamariz en su comentario pospartido).
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Qué hermoso es el futbol, y más aún cuando los actores hablan en la cancha. Y más cuando quienes lo juegan son capaces de llevar a millones de personas a un cúmulo de emociones que los pueden hacer disfrutar como si estuvieran en un parque de diversiones.
Francia y Argentina le han regalado al mundo, al menos durante los últimos 15 minutos de tiempo regular y los tiempos extra, un partido que permanecerá en su memoria, una final de la que se hablará por generaciones, así como el juego del siglo, así como el milagro en Berna del 54, así como el maracanazo, así como tantos partidos épicos que han quedado grabados en la historia del futbol y de los que se sigue hablando en nuestros días.
Un auténtico mano a mano entre Kyllian Mbappé y Lio Messi. Uno tardó 80 minutos en llegar al partido, pero cuando lo hizo, lo hizo en serio, y convirtió tres goles que hicieron soñar a los franceses con convertirse en el tercer bicampeón consecutivo de la historia; el otro, simplemente aprovechó las circunstancias y apareció con dos goles en momentos fundamentales del encuentro. No podíamos esperar menos.
Y, al final, un partido que tuvo que definirse para uno, porque en el deporte no hay espacio para dos ganadores, porque así es el deporte. Solo uno tiene que ser coronado, por más que ambos equipos hayan hecho méritos para poder ser nombrado como el mejor. Y al final fue Emiliano "Dibu" Martínez quien volvió a vestirse de héroe. Como en la Copa América y contra Países Bajos.
Seguramente habrá penal para Argentina
Y eso que eso fue una constante en el mundial. Al igual que en la semifinal, un partido que arrancó parejo, se abrió gracias a una pena máxima, la quinta para los albicelestes en el torneo: Ángel Di María recibió una pelota pegado a la línea de fondo, aprovechó el mano a mano contra Ousmane Démbelé, lo gambeteó y se internó en el área. En su persecución, el "Mosquito" alcanzó a tocar al "Fideo" en su pie izquierdo, el argentino cayó y el árbitro Marciniak decretó la pena máxima.
La polémica marcación atizó el debate en redes sociales: "es que esto ya está arreglado"; "es que Argentina tiene que ganar", e incluso imágenes de memes hablando sobre un arreglo para que Messi finalmente levantara el trofeo que le hacía falta.
Eso no es culpa de Lionel, que agarró el balón y cobró con seguridad ante el vuelo de Lloris, quien se había tirado al lado opuesto. Argentina lo ganaba 1-0.
Una obra de arte
Igual que lo que sucedió en la semifinal ante Croacia, la alibceleste se creció y sacó lo mejor como equipo ante una Francia que parecía estar contagiada del virus del camello, porque no llegaba al Lusail. La albiceleste se había hecho de la pelota, la paseaba a placer ante unos Bleus que simplemente no la encontraban.
Al minuto 35 llegó el segundo gol argentino. Una jugada que despeja la defensa argentina. El balón le cae a McAllister, inamovible desde el último partido de la fase de grupos. El ex jugador de Boca Juniors cedió a Messi, quien en dos tiempos abrió hacia la derecha para Julián Álvarez quien de primera cedió para McAllister, que había seguido la jugada. El juvenil, lejos de quererse vestir de héroe tocó al espacio ante la entrada de Ángel Di María quien, como en Maracaná, apareció en el momento importante, ese momento en el que las leyendas se separan, porque el fideo es una leyenda, es ese fiel escudero del capitán del barco, ese que aparece y al que no se le da siempre el crédito que merece. Y así, Ángel definió de primera, por debajo de un Lloris que salía desesperado a evitar una segunda caída del marco. 2-0 lo ganaba Argentina. A diferencia del 2014, esta vez sí cayeron los goles, esta vez no había un penal no sancionado, esta vez todo parecía listo para que Messi diera ese pequeño paso que le hacía falta, y parecía cuestión de tiempo.
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Un movimiento clave
Y digo que parecía porque Francia no había llegado al estadio, porque Griezmann no pudo ser tan determinante como lo había sido a lo largo del campeonato, porque entre De Paul, Enzo Fernández y Mc Allister no habían permitido que manejara los hilos del equipo que todavía era campeón del mundo, y así, ni Giroud, ni Mbappé, ni Démbélé habían aparecido en un escenario donde se les necesitaba con urgencia.
Y Didier Deschamps empezó a mover a su equipo. Sacó primero a Giroud, de gran mundial pero que estaba tocado de la rodilla desde los cuartos de final, después sacó a Démbéle, que no había tenido los espacios de partidos anteriores... pero Francia no encontraba cómo meterse al partido.
Finalmente, el técnico decidió sacar del campo a su motor y cambiar el parado del equipo, y finalmente dio con la tecla. Salió del campo Griezmann y entraron Coman y Camavinga, y Francia cambió. Los franceses finalmente decidieron correr por las bandas y aprovecharon a los agotados laterales argentinos. Poco a poco Francia se fue acercando al área contraria y de pronto Mbappé empezó a avisar.
La revolución francesa
Y un rebote ayudó a revivir el partido. Balón despejado por la defensa que Mbappé alcanzó a puntear para dejar a Kolo Muani de cara al gol del descuento. Nicolás Otamendi lo derribó en el área y el árbitro polaco no dudó en marcar el penal. Mbappé tomó el balón y disparó fuerte, a la derecha de Martínez, quien no pudo detener el tiro a pesar de lanzarse hacia el lado correcto.
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Argentina aún no se recuperaba del cachetazo cuando Coman le ganó un balón en medio campo a Lio Messi, condujo, cedió a Rabiot quien lanzó un pase a Mbappé, quien tocó con la cabeza a Thuram y siguió adelante para pedir el balón. El hijo de la leyenda Lilian Thuram lo entendió y tocó suavemente por encima de la defensa argentina y Mbappé anotó su séptimo gol en el mundial con un zurdazo cruzado de volea que dejó sin posibilidades a Martínez. Francia había empatado el partido en solo tres minutos y todos los fantasmas parecían caer sobre Argentina.
Francia olió sangre y se fue encima, como zorro a su presa. Todavía en el tiempo regular pudo ganarlo con un tiro de Rabiot en tiempo añadido, pero apareció la figura del "Dibu" para salvar a su equipo. Todavía antes del silbatazo final Lio Messi disparó de fuera del área, pero Lloris reaccionó con una gran atajada para mandar el partido a tiempo extra.
Tiempo extra al límite
Continuando con la inercia del final del tiempo regular, Francia siguió presionando al rival. El aún campeón del mundo seguía atacando para asegurar el segundo título consecutivo y tercero en su historia, pero una Argentina bien parada impedía la caida de su marco. Entonces Lionel Scaloni hizo un par de movimientos que revolucionaron a su equipo. Envió al campo a Leandro Paredes y a Lautaro Martínez en lugar de unos agotados Rodrigo de Paul y Julián Álvarez.
Inmediatamente se notaron los cambios, porque en una buena jugada, Messi condujo, tocó para McAllister quien cedió a Lautaro, que disparó, pero una providencial barrida impidió la caida del marco cuando Lloris ya estaba vencido. El espectacular contrarremate de Enzo Fernández también fue bien desviado por la defensa.
El partido ya era otro, porque Argentina había tomado aire y había logrado bajar la intensidad de los franceses que habían acusado el esfuerzo de los últimos minutos. Un partido de toma y daca. Lautaro tuvo otra chance más antes de terminar el primer tiempo extra, pero otra vez una providencial intervención de Upamecano impidió que el disparo encontrara arco.
Emoción hasta el final
Al minuto 108 Gonzalo Montiel lanzó un trazo largo buscando a Lautaro Martínez. El delantero del Inter bajó la pelota de gran manera para la entrada de Enzo Fernández, quien le devolvió la pared y lo dejó para disparar a quemarropa a Lloris. El arquero francés reaccionó de gran forma y sacó el disparo de Lautaro, pero un atento Messi aprovechó el rebote y disparó. Koundé intentó sacar el balón, pero este había cruzado claramente la línea de gol. La locura envolvió al Lusail. Argentina estaba, otra vez, rozando la copa con las yemas de los dedos, esa copa que se les negó en el 90 y en el 2014. Parecía que todo había terminado, pero Francia aún no estaba dispuesta a ceder el trono.
En un intento desesperado por nivelar la balanza, Francia envió a todo su arsenal para buscar rematar un tiro de esquina. El balón fue rechazado pero cayó en los pies de Mbappé quien, sin pensar, disparó, pero Gonzalo Montiel desvió el disparo con los brazos en un claro penal que fue bien sancionado. "Donatello" cobró otra vez a la derecha del Dibu para empatar el partido.
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Francia lo tuvo para ganar. Un balón largo se le pasó a los centrales albicelestes y le quedó botando, de frente a Kolo Muani que se regodeó y disparó a quemarropa al arco. Martínez extendió la pierna izquierda como recurso, y empujado por 30 millones de argentinos, y por los espíritus de viejas glorias como Fillol, Gatti, Pumpido y tantos grandes arqueros pamperos, y por los espíritus de tantas figuras que han construido la grandeza de esta selección, el balón rebotó en ella y salió, ante la mirada atónita de las más de 80 mil personas en el estadio y millones de televidentes en el mundo. Este loco partido no podía tener un final diferente. ¡Qué locura!
¡Dibu Dibu Dibu!
Francia tenía urgencia de acabar el partido antes de los penales. Sabían que con Emiliano Martínez, el rival tenía una ventaja enorme. Quizá esa no se vio cuando Mbappé le anotó por esa vía por tercera vez, pero se notó cuando le detuvo el segundo a Kinglsey Coman, y cuando Tchaumeni no atinó al marco porque tuvo que ajustar demasiado su disparo. Con esa misma confianza dispararon Messi, Dybala, Paredes y Montiel, con el respaldo no solo de su enorme arquero, sino también el aliento de los millones de argentinos que aún no habían nacido en 1986 y que no habían visto a su selección alcanzar la gloria, y no solo eso, también, con los cientos de millones de personas que querían ver finalmente a Lionel Messi abrazar ese trofeo que había ansiado tanto, verlo consagrarse como campeón del mundo.
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Hoy Argentina llora, pero esta vez esas lágrimas reflejan la alegría de un pueblo que vive y muere por el futbol, y que finalmente vio consagrarse a esa semideidad que llegó al mundo para tomar el lugar de Diego Maradona en el corazón de su gente. Messi finalmente cumplió su cita con la historia, calló a sus detractores y puede hoy, finalmente, dormir tranquilo, sabiendo que ya no debe nada a nadie. Argentina celebra. Francia llora, pero sabe que, con la juventud de su equipo, aún le faltan muchas más finales del mundo por enfrentar.
¡Gracias Francia! ¡Gracias Argentina! ¡Gracias futbol!
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